Las rivalidades
en la fórmula 1 siempre existieron, dentro y fuera de los equipos, algunas
fueron más intensas y personales pero siempre estuvieron presentes, las
confrontaciones o maniobras políticas también siempre fueron parte de las
rivalidades, con el paso de los tiempos la ética de cómo serían las rivalidades
fueron cambiando, los tiempos cambian, las percepciones cambian, la cultura
cambia y la aceptación de las formas también, pensar que esta vez todo sería
algo más ético o al estilo de años pasados muy lejanos, era nada más que una percepción errónea, un
deseo que muy pocas veces puede convivir con el extremadamente competitivo
mundo de la fórmula 1.
El contacto entre
ambos pilotos de Mercedes era algo que era de esperarse, de una forma simplista
se podría decir que Hamilton se percibía como el superior, el más rápido y con
cierta autoridad a conseguir la corona, Rosberg se encargó de mostrar sus
cartas de forma contundente, hasta posiblemente sorprendiendo a varios con sus
actuaciones durante esta temporada, las oportunidades de conseguir una corona
no suelen llegar fácilmente y ante una oportunidad el piloto debe responder,
ambos pilotos mostraron su capacidad al punto de que en muchos casos nadie
esperaba que fuera algo tan cercano, con 7 puntos de diferencia otorgados por
gran premio separando los dos primeros lugares, había una clara posibilidad de
establecer un margen, pero las carreras dan sorpresas y los protagonistas
contribuyen a esas sorpresas también.
Es imposible
controlar el espíritu de competición, en pista las decisiones se deben de tomar
en fracciones de segundos, a veces las decisiones van acumulando motivación y
los resultados de estas van dando enseñanzas a como se enfrentan a nuevas en el
futuro, los equipos de fórmula uno son complejos en su operación, el equipo
quiere obtener el mayor número de puntos posibles para la copa de constructores,
cuando a la vez para conseguir ese fin pone a dos pilotos que son muy
competitivos y tienen aspiraciones propias lado a lado, en este caso uno tal
vez se consideraba ligeramente delante en derecho a la corona cuando el otro
vio su oportunidad y fue por ella, el equipo se encuentra con un dilema, lo que
es el bien común al principio de la temporada se va comprometiendo con las
aspiraciones personales de cada uno y a medida que se acerca el desenlace, las
oportunidades para uno descienden lo que puede ponerlo en ruta a cometer más
errores en su esfuerzo a acortar distancias con su rival o al menos aumenta la tensión
que trata de terminar con la armonía que el equipo poseía al principio de
temporada cuando los números aun no significaban tanto.
Ambos pilotos
mostraron ser capaces de liderar al equipo, la historia de esta temporada se podría
resumir hasta el momento como una de
matices, al principio había un espacio que les mantenía separados pero unidos
en el equipo, poco a poco aparecieron situaciones que comenzaron a crear fricción,
por mucho que Hamilton a veces declaraba que no le interesan los juegos
mentales o la política, en numerosas ocasiones se encargaba de poner frases en
el aire que le contradecían, Rosberg por su lado se mostró un poco más centrado
por momentos o sabiendo manejar las declaraciones de una forma más tranquila,
posiblemente los problemas que aquejaban a Lewis o el comenzar cediendo ventaja
en Melbourne tenían algo que ver en su aparente frustración pero ambos
contribuían de alguna forma a que la tensión aumentara, esto no se trata de
tomar lados sino de ver que ambos pusieron algo de si para llegar a esta situación.
Se pueden
argumentar muchas cosas, que si el comportamiento en Bahrain, que estaba
permitido o como se podía atacar, el espacio que se daría o la supuesta
maniobra de Rosberg en Monaco sin olvidarnos que en España Lewis hizo uso de
settings que no debía, para mantenerse enfrente de Rosberg, era obvio que todo
comenzaba a acumularse y tarde o temprano lo inevitable debía de ocurrir, después
de Spa seria Lewis quien trataría de utilizar palabras para pre determinar el
aire en el equipo, posiblemente correcto en algunas cosas pero hay momentos y
maneras de hacer las cosas y uno a veces debería de preguntarse como
reaccionaria el otro si fuera a la inversa.
Mercedes debe
tomar cartas en el asunto, algo que ya debería de haber realizado antes, de
forma contundente para mantener una cierta armonía, la tensión seguirá en
aumento y las opciones disminuyen, la química entre compañeros es dependiente
de las situaciones y aquí hay mucho por disputar aparte del título, la situación
se complica aún más con un Ricciardo que se encuentra con posibilidades de
participar o afectar la situación delante, no hablando de título pero de ser un
efecto sobre cómo se realizan las cosas entre los Mercedes. De seguir
tropezando como en Spa, podrían complicarse más de lo necesario, Lewis por su
parte debe también asumir responsabilidades, en varias ocasiones es el único
responsable de que largue en lugares que no es ideal, mientras que Rosberg usa
sus oportunidades al máximo, tal vez la presión ya está haciendo más efecto
sobre un lado del garaje que del otro aunque este también tenga más fresco el
deber de lidiar con responsabilidades.
Pensar que el
equipo puede controlar a sus pilotos es mentirse a sí mismo, lo primero debería
ser el limitar los comentarios que siempre se prestan a interpretación, no
alimentar la presión externa es una pieza clave en controlar parte de la
situación, las discusiones internas son el mejor mecanismo de solucionar las
situaciones aunque generalmente no sirvan de mucho una vez se está en pista
cuando hay una definición de un título que comienza a verse sobre el horizonte,
la única opción que existe es admitir una cierta tregua en cómo se realizan
ciertas decisiones, pero esto significa que uno de los dos debe de ceder y
posiblemente ese sea el punto que Rosberg estaba tratando de demostrar en Spa
si es que había algún punto en eso.
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