Para muchos el nombre de Raymond Sommers no significa nada, tal vez alguno
reconozca el nombre como de alguien que competía en carreras hace mucho tiempo
o simplemente lo toman como uno de los tantos, sin embargo este Francés nacido
en 1906 fue un poco más que eso, y tal vez habría que reconocer que era un muy
buen piloto al que le gustaba ponerlo todo en juego, en una época en que los
errores se pagaban caros, en 1931 su talento y calidad al volante le dio a
conocer de manera espectacular, manejando una entrada privada en un Chrysler
Imperial.
Al año siguiente, ganaría las 24
Horas de Le Mans, a pesar de tener que manejar 20 horas, después de que su
compañero Luigi Chinetti se retirara enfermo, en 1933 volvería a ganar con
Tazio Nuvolari y llego a liderar cada una de las carreras hasta 1938, pero
debido a problemas mecánicos se tuvo que retirar y una de ellas lideraba por 12
vueltas.
Raymond consideraba que era de la manera en que competías que importaba,
era evidente que tenía mucho talento, pero tenía también un enorme corazón y espíritu
de pelea, se entregaba por completo, cuando sabía que era casi imposible ganar
y hasta adoraba esos retos, en varias ocasiones parecía que podría producir
milagros, una de esas ocasiones fue en el gran premio de Belgica de 1950 y casi
lo logra.
Spa, con sus super rápidas curvas y
sus peligros a ambos lados del camino era junto con Monza una de las pistas más
rápidas y respetadas, esto combinado con una distancia de más de 400 kms en 35
vueltas, era claro que sería problemático para las Alfas, el coche dominante
de la época.
Con su horrendo consumo de combustible gracias a un motor supercharged, que
sin duda requeriría de dos paradas, Sommer en su 4.5 Talbot Lago vio un reto al
que muchos simplemente le daban la espalda o simplemente decían que era
imposible, imposible era una palabra que Sommer no conocía o ignoraba
generalmente, él lo veía como una oportunidad y un reto personal.
A pesar que era el más rápido de los
Talbots en práctica, su tiempo simplemente era 10s más lento que el de la Alfa
de Giuseppe Farina, quien estaba firmemente en pole, para muchos, no gran
sorpresa, la vieja máquina francesa tenía 100 hp menos y 400kgs de más, que los
bólidos italianos, pero lo que Sommer sabia y muchos dudaban era que el consumo
de los Talbots con un poco de cuidado los podría hacer durar toda la carrera en
un tanque solo, cosa que muchos dudaban pero si reconocían que había la remota
posibilidad de hacerlo y eso fue todo lo que necesito Raymond para encender su
fuego interno, su mirada era de desafío y pelea , sabía que era difícil, pero
saborearía cada segundo de ello, debería de mantener a las Alfas en vista si lo
lograba un resultado espectacular lo esperaba.
Desde la largada se entregó a la
pelea , primero , una con la Ferrari de Luigi Villoresi por cuarto lugar y lo
paso en la vuelta 9, luego en una muestra espectacular de manejo y audacia
comenzó a acercarse a la Alfa en tercer lugar de Luigi Fagioli, ante un público
que parecía no creer lo que pasaba, una a una las Alfas comenzaron a parar y
Sommer toma la delantera, así pasaron cinco vueltas, Alfa comenzaba a
preocuparse, empezó a tratar de convencer a los organizadores y la gente de las
pizarras que estaba una vuelta por debajo de las Alfas, finalmente Farina y
Fangio lo pasaron, pero todavía les quedaba otra parada por hacer y Sommer
volvía a estar en control, entonces el público y todos los presentes,
comenzaron a comprender que algo especial estaba pasando, la inferioridad de
su máquina era incapaz de contener el talento y deseo de triunfo, donde muchos
habían visto algo imposible, Sommer vio una oportunidad, trágicamente con
pocas vueltas del final, su motor dijo basta, los espectadores y muchos de
los presentes fueron robados de la oportunidad de ver algo realmente fuera de
serie .
En septiembre de 1950, compitió en
el gran premio de Haute-Garonne, en Francia, la dirección fallo en su Cooper
1100cc y su coche volcó en una curva, Sommer murió instantáneamente, tenía 44
años, su casco tradicional de cuero demostró ser no protección alguna .
Raymond Sommer fue exuberante en muchas de sus carreras pero ese día en Spa
dio una lección a todos, jugo a el juego a su manera e hizo que vieran lo
imposible como casi posible.
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