El primer niño dorado de
Alemania, Rosemeyer era un talentoso piloto que disponía de la buena presencia
y carisma natural, en una corta carrera consiguió enormes éxitos, para algunos carecía
de miedo, era parte del atractivo que parecía irradiar cuando sonreía, la
velocidad le emanaba de forma natural, parecía atacar cada curva sin respeto
alguno a lo que pudiera pasar, en 1935 había dado una pequeña muestra de su
prodigioso talento, en la siguiente Eifelrennen, dejaría claro su clase contra
lo mejor de la categoría.
Ese día de junio
de 1936 la lluvia empapaba el fabuloso circuito de Nurburgring, sus 23 kilómetros
esperaban las máquinas de Auto Union, Mercedes Benz y Alfa Romeo, al mando de esas
tremendas piezas de ingeniería se encontraban los mejores pilotos de la época,
el fantástico Tazio Nuvolari, Rudolf Caracciola, el talentoso Hermann Lang
entre otros, en uno de los Auto Union tipo C se encontraba Bernd Rosemeyer, a
la largada Caracciola y Nuvolari se colocaron en frente de inmediato, problemas
de motor dejarían a Caracciola de lado pero Nuvolari seguía en comando de la
carrera, en un coche anticuado con deficiencias que en lo seco habrían sido
demasiadas hasta para el gran Tazio, en la lluvia podía competir de una manera más
nivelada y lo hacía notar con su característica forma, Rosemeyer comenzaba a
recortar distancia y lograría adelantar a Nuvolari por el liderato de la
carrera al comenzar la séptima vuelta y seria en ese preciso momento en que
Rosemeyer comenzaría una demostración magistral de talento.
La niebla
comenzaba a dar una dificultad añadida a la proeza, pero era la misma
dificultad para todos, por secciones era casi imposible ver lo que se anteponía
a los bólidos, Nuvolari aún seguía a un impresionante ritmo detrás, pero debía
de tomar precauciones por momentos, tal era el nivel de la impenetrable niebla,
delante del Rosemeyer parecía no importarle la poca visibilidad, tirando con
descaro su Auto Union en todas las curvas como en un gesto de reto al circuito,
dando vueltas a más de medio minuto de lo que el gran piloto italiano podía
conseguir, su ventaja llegaría a ser en exceso de los dos minutos, algo que le
consiguió el reconocimiento del mismísimo Tazio Nuvolari.
Solamente se
escuchaba el rugir de su coche antes de romper a través de la niebla hacia
plena vista con tremenda velocidad, los cortos parches de claridad le daban una
apariencia casi sobre natural, tan rápido como aparecía, su coche volvía a ser
tragado por la niebla, era una de esas raras ocasiones en que el público
presente sabía que estaba presenciando
algo especial, ese día en el Nurburgring, Bernd Rosemeyer entro en el libro de
las leyendas, su habilidad de controlar las imponentes maquinas alemanas y por
momento llevarlas como si a gusto pudiera arrojarlas de lado trayéndola bajo su
control con un nuevo golpe de volante, era por momentos incomprensible.
El joven alemán
había mostrado ser un piloto de notar en motocicletas, se le había invitado a
tomar parte de un evento de coches en un Auto Union en 1934, rápidamente mostro
no tenerle temor a las impresionantes maquinas, aventurándose casi desde el
primer instante a buscar los límites de esos vehículos con total naturalidad,
esto le hizo conseguir un puesto en la escuadra regular al lado de Hans Stuck y
Achille Varzi, su debut en eventos mayores seria en la Avusrennen de mayo de
1935 aunque no sería de larga duración debiendo retirarse con problemas,
llegaría su oportunidad de brillar por primera vez en la Eifelrennen de 1935,
dando una muestra de su real potencial cuando alcanzo y adelanto a Caracciola
con tres vueltas del final, solo perdiendo al final por 1.9 segundos cuando
tuvo problemas de cambios en la parte final, una segunda posición en la Coppa
Acerbo, buenas actuaciones le seguirían y finalmente conseguiría una victoria
en Brno.
1936 sería su
temporada magistral, ya tenía experiencia, comprendía que no debía de manejar
al máximo todo el tiempo aunque generalmente no lo pareciera, un accidente en
Monaco pareció poner una nube de duda sobre su estilo nuevamente, Tripoli y
Tunez no serían gran cosa, Montjuic solo daría un quinto lugar, luego vendría esa
famosa carrera en la Eifelrennen de Nurburgring en la niebla, un segundo puesto
en Hungría, retornaría al Nurburgring para ganar el Gran Premio, victorias en
Italia y Suiza le asegurarían el campeonato de Europa en tan solo su tercera
temporada, Bernd Rosemeyer era la super estrella de la temporada y el nuevo
talento, la siguiente temporada sería más difícil, Mercedes era en general el
mejor coche y Rosemeyer debía manejarlo muy por encima de las posibilidades
para mantenerse en contacto con los rivales, esto no le impediría ganar
nuevamente la Eifelrennnen y la Coppa Acerbo, a pesar de todo y las
dificultades de tratar de igualar el ritmo de los Mercedes, era claro de ver
que Rosemeyer no era un piloto común, era capaz de presentarse en los pits después
de haber sido ayudado en Bremgarten y declarar que debería ser descalificado
porque le habían empujado, mostrando ser un competidor honorable, su temporada
terminaría con una victoria en Donington, los triunfos no habían sido tan
espectaculares pero para quienes le
presenciaban dar tales actuaciones, no era tan necesario ganar para dejar a la
vista de todos el talento del joven alemán.
Todo llegaría a
un triste y violento final el 28 de enero de 1938, a la corta edad de 29 años,
el Wunderkind, ídolo de la nueva generación de pilotos, perecía en un intento
de velocidad record en la Autobhan, las condiciones no eran las más propicias
para semejante intento, con vientos violentos, Rosemeyer en su característica
forma, se enfrentó a las condiciones sin reparo y estas acabaron con la vida del
joven prodigio en su segundo intento en alcanzar el record de velocidad.
La llama de Bernd
Rosemeyer se apagó ese día de forma cruel en la autobhan, dio paso a la leyenda , ahora ya relegada a los libros, las revistas y periódicos que
siempre le elogiaron por su talento, en su corta carrera se ganó el respeto de
sus rivales, la admiración de millones de seguidores y dejo escrita una de las más
grandes páginas de la historia del deporte motorizado, a pesar del tiempo, el
nombre de Bernd Rosemeyer sigue vivo, por más que pasen los años su nombre
seguirá vivo porque está grabado en el panteón de los dioses del volante, Bernd
Rosemeyer fue el primer joven maravilla del volante y siempre lo será.
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