Circuitos
callejeros generalmente introducen distintos retos que un circuito tradicional,
poniendo mayores demandas sobre los neumáticos, frenos y el piloto, Marina Bay
no es una excepción con un numero significante de curvas que en gran parte son
de 90 grados, esto requiere de mas precisión en como el piloto las negocia, la
superficie en general es despareja y estas características tienen un efecto en
las zonas de freno y los requerimientos en la preparación de la suspensión.
Las temperaturas
en la zona son generalmente altas al igual que la humedad, pero la superficie del circuito no es
generalmente elevada debido a que se corre durante la noche y esto es una
consideración que los equipos deben de tener en cuenta, los neumáticos deben
negociar el alto número de curvas en una relativa cercanía, lo que les da poca
oportunidad a enfriarse, el piloto debe mantenerse alerta en ese aspecto para
controlar sus temperaturas.
El circuito
evoluciona de igual forma que similares circuitos como Mónaco lo hace, a medida
que el fin de semana progresa hay un incremento del agarre que el circuito
ofrece, las áreas de escape al igual que el espacio fuera de pista es mínimo lo
que requiere que el piloto circule en continua cercanía de las paredes que
enmarcan el circuito, debido a la proximidad entre curvas, la vuelta al
circuito requiere que el piloto consiga mantener un buen ritmo, dentro de las previsiones
tácticas siempre debe de contemplarse la posibilidad del safety car.
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