domingo, 2 de marzo de 2014

Bernd Rosemeyer: el Wunderkind



El primer niño dorado de Alemania, Rosemeyer era un talentoso piloto que disponía de la buena presencia y carisma natural, en una corta carrera consiguió enormes éxitos, para algunos carecía de miedo, era parte del atractivo que parecía irradiar cuando sonreía, la velocidad le emanaba de forma natural, parecía atacar cada curva sin respeto alguno a lo que pudiera pasar, en 1935 había dado una pequeña muestra de su prodigioso talento, en la siguiente Eifelrennen, dejaría claro su clase contra lo mejor de la categoría.
Ese día de junio de 1936 la lluvia empapaba el fabuloso circuito de Nurburgring, sus 23 kilómetros esperaban las máquinas de Auto Union, Mercedes Benz y Alfa Romeo, al mando de esas tremendas piezas de ingeniería se encontraban los mejores pilotos de la época, el fantástico Tazio Nuvolari, Rudolf Caracciola, el talentoso Hermann Lang entre otros, en uno de los Auto Union tipo C se encontraba Bernd Rosemeyer, a la largada Caracciola y Nuvolari se colocaron en frente de inmediato, problemas de motor dejarían a Caracciola de lado pero Nuvolari seguía en comando de la carrera, en un coche anticuado con deficiencias que en lo seco habrían sido demasiadas hasta para el gran Tazio, en la lluvia podía competir de una manera más nivelada y lo hacía notar con su característica forma, Rosemeyer comenzaba a recortar distancia y lograría adelantar a Nuvolari por el liderato de la carrera al comenzar la séptima vuelta y seria en ese preciso momento en que Rosemeyer comenzaría una demostración magistral de talento.

La niebla comenzaba a dar una dificultad añadida a la proeza, pero era la misma dificultad para todos, por secciones era casi imposible ver lo que se anteponía a los bólidos, Nuvolari aún seguía a un impresionante ritmo detrás, pero debía de tomar precauciones por momentos, tal era el nivel de la impenetrable niebla, delante del Rosemeyer parecía no importarle la poca visibilidad, tirando con descaro su Auto Union en todas las curvas como en un gesto de reto al circuito, dando vueltas a más de medio minuto de lo que el gran piloto italiano podía conseguir, su ventaja llegaría a ser en exceso de los dos minutos, algo que le consiguió el reconocimiento del mismísimo Tazio Nuvolari.

Solamente se escuchaba el rugir de su coche antes de romper a través de la niebla hacia plena vista con tremenda velocidad, los cortos parches de claridad le daban una apariencia casi sobre natural, tan rápido como aparecía, su coche volvía a ser tragado por la niebla, era una de esas raras ocasiones en que el público presente sabía que estaba  presenciando algo especial, ese día en el Nurburgring, Bernd Rosemeyer entro en el libro de las leyendas, su habilidad de controlar las imponentes maquinas alemanas y por momento llevarlas como si a gusto pudiera arrojarlas de lado trayéndola bajo su control con un nuevo golpe de volante, era por momentos incomprensible.
El joven alemán había mostrado ser un piloto de notar en motocicletas, se le había invitado a tomar parte de un evento de coches en un Auto Union en 1934, rápidamente mostro no tenerle temor a las impresionantes maquinas, aventurándose casi desde el primer instante a buscar los límites de esos vehículos con total naturalidad, esto le hizo conseguir un puesto en la escuadra regular al lado de Hans Stuck y Achille Varzi, su debut en eventos mayores seria en la Avusrennen de mayo de 1935 aunque no sería de larga duración debiendo retirarse con problemas, llegaría su oportunidad de brillar por primera vez en la Eifelrennen de 1935, dando una muestra de su real potencial cuando alcanzo y adelanto a Caracciola con tres vueltas del final, solo perdiendo al final por 1.9 segundos cuando tuvo problemas de cambios en la parte final, una segunda posición en la Coppa Acerbo, buenas actuaciones le seguirían y finalmente conseguiría una victoria en Brno.

1936 sería su temporada magistral, ya tenía experiencia, comprendía que no debía de manejar al máximo todo el tiempo aunque generalmente no lo pareciera, un accidente en Monaco pareció poner una nube de duda sobre su estilo nuevamente, Tripoli y Tunez no serían gran cosa, Montjuic solo daría un quinto lugar, luego vendría esa famosa carrera en la Eifelrennen de Nurburgring en la niebla, un segundo puesto en Hungría, retornaría al Nurburgring para ganar el Gran Premio, victorias en Italia y Suiza le asegurarían el campeonato de Europa en tan solo su tercera temporada, Bernd Rosemeyer era la super estrella de la temporada y el nuevo talento, la siguiente temporada sería más difícil, Mercedes era en general el mejor coche y Rosemeyer debía manejarlo muy por encima de las posibilidades para mantenerse en contacto con los rivales, esto no le impediría ganar nuevamente la Eifelrennnen y la Coppa Acerbo, a pesar de todo y las dificultades de tratar de igualar el ritmo de los Mercedes, era claro de ver que Rosemeyer no era un piloto común, era capaz de presentarse en los pits después de haber sido ayudado en Bremgarten y declarar que debería ser descalificado porque le habían empujado, mostrando ser un competidor honorable, su temporada terminaría con una victoria en Donington, los triunfos no habían sido tan espectaculares pero  para quienes le presenciaban dar tales actuaciones, no era tan necesario ganar para dejar a la vista de todos el talento del joven alemán.

Todo llegaría a un triste y violento final el 28 de enero de 1938, a la corta edad de 29 años, el Wunderkind, ídolo de la nueva generación de pilotos, perecía en un intento de velocidad record en la Autobhan, las condiciones no eran las más propicias para semejante intento, con vientos violentos, Rosemeyer en su característica forma, se enfrentó a las condiciones sin reparo y estas acabaron con la vida del joven prodigio en su segundo intento en alcanzar el record de velocidad.

La llama de Bernd Rosemeyer se apagó ese día de forma cruel en la autobhan, dio paso a la leyenda , ahora ya relegada a los libros, las revistas y periódicos que siempre le elogiaron por su talento, en su corta carrera se ganó el respeto de sus rivales, la admiración de millones de seguidores y dejo escrita una de las más grandes páginas de la historia del deporte motorizado, a pesar del tiempo, el nombre de Bernd Rosemeyer sigue vivo, por más que pasen los años su nombre seguirá vivo porque está grabado en el panteón de los dioses del volante, Bernd Rosemeyer fue el primer joven maravilla del volante y siempre lo será.

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