Es difícil llegar
al primero de Mayo y no recordar la tragedia de Imola, un fin de semana que fue
muy negro para el deporte mundial, los accidentes e incidentes, terminaron con
la pérdida de uno de los campeones más carismáticos de todos los tiempos,
Ayrton Senna.
No se trata de
discutir cuál es su lugar en la siempre e inevitable discusión de quien fue el
mejor de todos los tiempos, distintas eras con distintos requerimientos nos
dieron pilotos , máquinas y pistas muy distintas como para para hacer una comparación objetiva, lo más
lógico y para no herir los sentimientos de nadie, creo que se puede decir que
los tres pilotos que se mantienen por encima del resto son Juan Manuel Fangio,
Jim Clark y Ayrton Senna, tres épocas muy distintas y así como fueron los
abanderados de cada una de ellas, también los tres en conjunto, son difíciles
de poder considerar en comparación con alguien más.
Senna fue el hijo
prodigo de una época mucho más visual, con acceso a cada rincón de la pista,
cada ángulo y eso cautivo a muchos que a veces poco pueden apreciar de las
imágenes en blanco y negro de Clark o Fangio, Senna era el rey de su época, con
feroz competición, reino ganando y sin hacerlo, dentro y fuera de pista, con su
mágico toque de volante que le convirtió en el estándar por el cual los pilotos
de la era moderna deben de medirse, fue quien puso el listón en lo más alto en
pole position con sus increíbles corridas a último momento, cuando parecía que
nadie podía encontrar más tiempo en pista, Senna era el virtuoso con carisma y
dedicación con el cual todos los pilotos quieran o no, deben de medirse.
Recordar Imola es
doloroso a pesar del paso del tiempo, las imágenes del helicóptero dejando el
circuito, una carrera que se reanudo a pesar de estar manchada por la sangre de
uno de los más grandes pilotos en la historia, ese día una vez más fuimos
recordados de lo peligroso de las carreras, aunque habían evolucionado en un
deporte que era mucho más seguro de lo que había sido en sus primeras dos
décadas, cuando la perdida de pilotos era casi algo aceptado con naturalidad,
para 1994 todo era mejor y los coches muy seguros, se presenciaban accidentes
de donde el piloto parecía poder emerger ileso en casi todas las ocasiones y
eso era lo que también se esperaba ese día en Imola, lamentablemente no fue así
y recibimos una dura lección, el deporte aun podía causar daños fatales,
siempre se supo que las posibilidades existían, ese día se confirmaron de
manera cruel frente a millones.
Como suele
ocurrir en muchos casos, de la tragedia se aprendió, los sistemas de seguridad
mejoraron , los coches se hicieron más seguros y aunque nunca se puede eliminar
esa palabra de la ecuación, hoy en día muchos se ven beneficiados de la
tragedia de 1994, pero Senna dejo mucho más que su virtuosidad en las pistas
como legado, era el piloto con carisma, un personaje respetado y admirado con
mucha dedicación a trabajar en ayudar a los menos privilegiados cada vez que le era posible, pero todo eso
siempre tomo un segundo plano ante su habilidad detrás del volante, la leyenda
viva, hasta aquellos que no le seguían respetaban sus logros, reconocían su
increíble talento al mando de un bólido de fórmula 1, sus grandes carreras en
una época donde sus rivales peleaban hasta el último segundo, no dando ni un
centímetro de regalo, su a veces percibida arrogancia, en que se consideraba
con derecho a ganar y que sus adversarios no deberían interferir con ese
derecho, le hicieron blanco de críticas, pero su magia era difícil de resistir
y una y otra vez nos convencía con ese talento que le hacía único, capaz de
conseguir cosas que parecían imposibles, hay campeones con más títulos y
victorias, pero la realidad es que solo hay un Senna, su nombre genera
reverencia, sus coches atraen gente, sus videos nos dejan disfrutar de su talento y grandeza, en una era en que la
televisión nos permitía explorar casi cada rincón de los circuitos, la
constante era que Senna seria el estándar, el rival a vencer, incluso con
maquinaria inferior, mostro que estaba muy por encima de sus competidores, solo
se puede el especular en que podría haber llegado a conseguir dentro y fuera
del coche, de seguro, sea lo que sea que eligiera, sería un líder y ganador
como lo fue hasta el primero de Mayo de 1994.
Ese fin de semana
en Imola , Roland Ratzenberger también perdía su vida, a veces olvidado por los
acontecimientos del domingo, cuando el casco amarillo de Ayrton Senna comenzó
la vuelta liderando por última vez, inmortal, porque Imola nos arrebató del
cuerpo de Senna, en nuestros corazones y mentes sigue girando con su prodigiosa
velocidad de la manera que solo él podía hacer.
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